A continuación 4 razones, de peso, por las que nosotros no tenemos ninguna duda al respecto.
1. Vas a ahorrar dinero.
Aunque suene a paradoja lo de ahorrar gastando más, un buen zapato con los cuidados adecuados puede durar casi una eternidad. ¿Cada cuánto tienes que cambiar de zapatos para que se vean decentes con tu traje? Si sumas lo que te gastas cada temporada en renovar el calzado te saldrán las cuentas. Además, hay una gran diferencia entre cómo envejecen unos y otros. Mientras los primeros ganan en personalidad con el tiempo, las pieles buenas mejoran con cada uso, los segundos tendrán peor aspecto cada vez que te los pongas. Recuerda que unos zapatos baratos se hacen más evidentes cuando se va bien vestido.
2. La talla del pie no cambia.
Hay personas que pertenecen a ese selecto y odioso grupo de humanos que se mantiene siempre en el mismo peso y no conoce la lucha contra la báscula, mientras, el resto de los mortales vamos cambiando de talla de ropa a lo largo de nuestra vida. Por esta razón un jersey de cashmere no resulta tan buena inversión como un zapato. Después de la adolescencia nuestro pie deja de crecer para mantenerse de por vida con la misma proporción. Si optas por un Oxford o Derby de líneas clásicas te lo podrás calzar con 25 años, 40, 65…
3. Para impresionar.
Ya sea a esa persona especial, a los amigos o simplemente porque tú lo vales, la sensación que proporciona un buen par de zapatos es difícil de explicar, pero podría definirse como una mezcla de poderío y guapura. Otorga un estatus que nos diferencia del resto de los mortales. Los zapatos “buenos” nunca pasan desapercibidos, hasta al menos entendido se le enciende la alarma de la curiosidad y a veces la envidia cuando se pasean a su alrededor. Nunca olvides que se puede juzgar a un hombre sólo con mirarlo a los pies.
4. Ser un poquito más feliz.
Tal y como la sabiduría popular nos ha enseñado, y en Monge lo tenemos grabado a fuego, ¿hay algo más dichoso en este mundo que un niño, y no tan niño, con zapatos nuevos?